Desde
los tiempos más remotos los hombres han mirado el cielo e
interrogado a los astros y estrellas del firmamento buscando
respuestas a los grandes misterios del ser, de la vida y de la
existencia humana. Podemos decir, en tal sentido, que el cielo ha
provisto a la humanidad con sucesivas revelaciones. En efecto, los
asirios, los chinos, los egipcios, los hebreos, los mayas, los
griegos, etc. han realizado distintas lecturas del cielo estrellado,
escuchando sus voces y encontrando en él presencias arcanas y
esotéricas. Se llaman precisamente “cosmovisiones’ esas grandes
concepciones del mundo, de la vida y del hombre que distinguen a las
culturas y civilizaciones.
Analizando
y reflexionando sobre la situación del hombre contemporáneo Ortega
y Gasset concluía: “El hombre necesita una nueva
revelación. Porque se pierde dentro de su arbitraria e ilimitada
cabalística interior cuando no puede contrastar ésta y
disciplinarla en el choque con algo que sepa a auténtica e
inexorable realidad. Esta es el único verdadero pedagogo y
gobernante del hombre. Sin su presencia inexorable y patética, ni
hay en serio cultura, ni hay Estado, ni hay siquiera –y esto es lo
más terrible– realidad en la propia vida personal. Cuando el
hombre se queda o cree quedarse solo, sin otra realidad distinta de
sus ideas que le limite crudamente, pierde la sensación de su propia
realidad, se vuelve ante sí mismo entidad imaginaria, espectral,
fantasmagórica. Sólo bajo la presión formidable de alguna
trascendencia se hace nuestra persona compacta y sólida y se produce
en nosotros una discriminación entre lo que, en efecto, somos y lo
que meramente imaginamos ser.”
Hoy
el conocimiento científico, que constituye una nueva lectura del
universo, nos proporciona nuevas respuestas, en cuanto encontramos en
las dinámicas espacio temporales del cosmos las causas, el sentido y
el fin del cambio permanente e irreversible que mueve a todo el ser.
Es como una nueva revelación de lo que somos y del lugar que
ocupamos en el universo.
Adquirimos
una nueva perspectiva, que nos permite valorar con otros ojos la
exuberancia de la materia, la diversidad de la vida, la
profundidad de la conciencia, los alcances del espíritu humano.
En El
Cosmos Noético mostré cómo la ciencia pone de
manifiesto que el universo ha evolucionado en la precisa dirección
de generar seres conscientes y cognoscentes que buscan conocerlo y
que se preguntan por el sentido del todo.
La
Cosmonoésis consiste en ponerse en el punto de vista del Cosmos
Noético, que mira en perspectiva el universo, desde la formación de
la materia hasta el surgimiento del espíritu en el individuo humano.
Para
acceder a dicho punto de vista es necesario un proceso de unificación
y universalización del conocimiento. Pocos individuos lo alcanzan,
pero lo importante es que algunos lo logren.
Se
necesitó una infinidad de estrellas, tal vez una galaxia entera,
para generar un planeta como la tierra, capaz de albergar la vida.
Se
necesitó una infinidad de vivientes para generar un animal
cognoscente, capaz de percibir los objetos materiales.
Se
necesitó una infinidad de cognoscentes para generar un ser humano
consciente y racional, capaz de inteligir y comprender el mundo y a
sí mismo.
Se
necesita una infinidad de seres humanos para generar un individuo
supraconsciente, capaz de alcanzar la experiencia y el conocimiento
espiritual.
Los
procesos que hicieron surgir la materia, la vida, la sensibilidad, la
conciencia, la razón y el espíritu, constituyen en el cosmos el
‘filón’ evolutivo que conduce a la perfección de los
trascendentales del ser: la verdad, el bien, la belleza y la unidad.
Cada
uno de estos trascendentales, en la historia humana, marcan ‘filones’
que ven nacer, emerger y aparecer realidades progresivamente
superiores.
En
el filón del conocimiento de la realidad, las ciencias comprensivas
de la complejidad constituyen el vértice más avanzado alcanzado
hasta hoy, la cúspide de la inteligencia racional.
Deberá
pasar mucho tiempo antes de que el conocimiento comprensivo de la
complejidad se constituya como el modo de conocer prevaleciente en la
sociedad. Cuando ello ocurra estaremos en una civilización nueva y
superior a todas las hasta ahora conocidas.
Más
allá del conocimiento comprensivo se encuentra la experiencia o
conocimiento espiritual. Un conocimiento que intenta trascender el
conocimiento racional, porque éste plantea de modo inevitable la
interrogante por el origen del universo y por su fin último. Pues no
parece convincente que este universo maravilloso que ha generado la
vida, el conocimiento, la sensibilidad, la conciencia, el amor y la
espiritualidad, pueda haber surgido de la nada por sí mismo, por
casualidad, y haber evolucionado por puro azar, y que esté
irremediable y definitivamente solo, destinado en último término a
la entera disgregación.
En
el libro La Experiencia Espiritual, propongo una
interpretación teórica sobre éste modo de conocimiento, que
plantea tantas preguntas: ¿Cuáles son los contenidos del
conocimiento espiritual, o qué se conoce en estas experiencias? ¿Qué
validez y confiabilidad podemos atribuir al conocimiento espiritual?
¿Qué implicaciones tiene el conocimiento espiritual sobre la
epistemología humana? ¿Y sobre lo que es el hombre? ¿En qué
sentido impacta la experiencia espiritual sobre lo que comprendemos
de la realidad? ¿Nos proporciona respuestas sobre el fin y el
sentido de la vida? ¿Qué prácticas o procesos son necesarios para
acceder al conocimiento espiritual? ¿Hay vías, métodos y
procedimientos que la favorezcan?
La
exposición de estos temas y preguntas se organiza en cinco partes.
En la primera – Fenomenología de la Espiritualidad – se recogen
y sistematizan los testimonios y los modos en que los místicos han
expresado y comunicado sus experiencias. En la segunda –
Epistemología de la Espiritualidad – se abordan las cuestiones
relativas al conocimiento espiritual. En la tercera – Ontología de
la Espiritualidad – se extraen las consecuencias que el
conocimiento de la espiritualidad tiene sobre lo que es la realidad y
el ser. En la cuarta – Antropología de la Espiritualidad – se
exploran las implicaciones que tiene la espiritualidad para las
grandes cuestiones del sentido y los fines de la vida humana. Y en la
quinta – Praxeología de la Espiritualidad – se examinan las
prácticas, los modos y los métodos a través de los cuáles
pudiésemos llegar a vivir las experiencias espirituales.
Luis
Razeto
El
libro La Experiencia Espiritual: https://www.amazon.com/dp/1549896660
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libro El Cosmos Noético: https://www.amazon.com/dp/B075JM8VJ2