En
la época moderna, a partir de la distinción cartesiana entre la
"realidad extendida" y la "realidad pensante", el
conocimiento ha asumido dos formas distintas y separadas entre sí.
Por
un lado se encuentra una forma del conocimiento de la realidad que
podemos llamar 'cientismo positivista', el cual procede básicamente
por inducción a partir de los datos de la experiencia empírica, que
se considera objetivo en cuanto sería verificable y cuantificable, y
que se funda en concepciones filosóficas empiristas, positivistas,
naturalistas y materialistas.
Por
otro lado está otra forma del conocimiento que podemos llamar
'subjetivista', que procede básicamente por deducción a partir de
las intuiciones y contenidos interiores de la conciencia, que
accedería a las dimensiones cualitativas y subjetivas de la
realidad, y que se funda en concepciones filosóficas relativistas,
idealistas y espiritualistas.
Ambas formas y concepciones del conocimiento se critican y niegan recíprocamente su capacidad de acceder a la verdad respecto al ser de las cosas y al sentido del mundo, de la vida y del propio ser humano. Ambas conducen a una creciente fragmentación del conocimiento. El cientismo positivista, por la constante subdivisión y diferenciación de las disciplinas y de las especializaciones a que lleva la infinita variedad y multiplicación de los datos empíricos. El subjetivismo, como consecuencia de la natural diversidad de las conciencias individuales, cada una de las cuales generadora de creencias, convicciones, intuiciones, emociones e ideas diferentes.
Así, provistos de una infinidad de conocimientos parciales, dispersos y cambiantes, pero carentes de verdades integradoras aceptadas y reconocidas socialmente, el hombre y la sociedad contemporánea se encuentran sin respuestas ciertas a las grandes preguntas filosóficas, y desorientados respecto de las cuestiones éticas y prácticas, tanto a nivel individual como social y político.
La mencionada dualidad de formas que asumió el conocimiento en la civilización moderna, se manifiesta también en el ámbito del pensamiento social, económico y político. Se desarrollaron, en efecto, por un lado las llamas 'ciencias sociales' (economía, sociología, ciencia política, psicología social, etc.), y por otro las grandes ideologías (liberalismo, socialismo, social-cristianismo, etc.).
Las primeras, construidas siguiendo el modelo de las ciencias naturales, pretendiendo proporcionar conocimientos objetivos y científicos sobre los procesos históricos y sociales, primero diferenciaron y separaron en la realidad social los niveles económico, social, político y cultural, cada uno analizado por una disciplina diferente, y luego han continuado la subdivisión del conocimiento social a través de especializaciones temáticas y áreas particulares de la realidad, cuyo conocimiento da lugar a disciplinas particulares (por ejemplo, sociología rural, sociología urbana, sociología de la educación, del trabajo, etc.).
Las segundas, construidas conforme a las subjetivaciones económicas y políticas de grandes agrupamientos sociales y culturales, intentando recuperar la subjetividad social, los valores y el 'deber ser' de la sociedad, han pretendido proporcionar respuestas universales, totalizantes y sistémicas a las cuestiones sociales; pero siendo ellas indemostrables en sus principios y en sus propuestas ideales, se han ido también diversificando a través de la multiplicación de posturas ideológicas que representan intereses o proyectos de grupos, clases, partidos y organizaciones particulares.
La fragmentación del conocimiento científico-social y la diversificación y antagonismo de las elaboraciones ideológico-políticas, impiden la articulación de saberes y formas de conciencia compartidos socialmente, que pudieran crear y mantener la indispensable 'unidad en la diversidad' cultural, social y política, sin la cual no son posibles la cohesión social, el orden institucional y la integración cultural en las sociedades.
A su vez, la fragmentación disciplinaria y crecientemente especializada del conocimiento científico social impide la comprensión y realización de diagnósticos certeros de la compleja problemática económica, social, política y cultural, de un mundo crecientemente internacionalizado y globalizado. Tampoco es posible elaborar respuestas eficaces a problemas que requieren diagnósticos y propuestas que integren las razones y las exigencias económicas, políticas y culturales, que ponen, cada una por separado, sus propias y contrastantes exigencias.
En este contexto, se hace necesario buscar y encontrar vías nuevas de acceso a la verdad y al conocimiento del ser. La tarea filosófica del presente, requerida para dar fundamentos consistentes a un proceso de creación de una nueva civilización, requiere elaborar nuevas estructuras del conocimiento y de la proyectación, que integren saberes y dimensiones actualmente separadas por el conocimiento moderno, y que articulen de modo nuevo el análisis de lo que es y la proyectación de lo que se quiere construir, el ser y el deber ser, la objetividad y la subjetividad, la realidad empírica de los hechos con las dimensiones éticas y valóricas inherentes a la realidad y la acción humana, individual y social.
Los escritos y vídeos de este Blog abordan estas complejas cuestiones filosóficas.
Luis
Razeto