1. Por
un lado, es preciso alcanzar en la formulación de sus principios,
valores y fundamentos conceptuales, un ‘vértice inaccesible’, un
punto de vista superior, desde el cual sea posible asimilar y superar
los más altos niveles de complejidad y universalidad propios del
pensamiento y las ciencias que han sustentado a la civilización que
se comienza a dejar atrás.
Dicho
de otro modo, la creación de una nueva civilización necesita una
superior filosofía y concepción del ser humano; una más profunda
teoría del conocimiento y de sus fuentes; un paradigma científico
más comprensivo y complejo; unas ciencias de la materia, de la vida
y de la conciencia más rigurosas; una superior comprensión de la
economía, de la historia y de la política, del derecho y de la
educación; en síntesis, se necesitan conocimientos que superen en
amplitud y profundidad, en complejidad y comprensividad, a las
filosofías y ciencias naturales y sociales que guiaron y sustentaron
a la civilización moderna.
2. Por
otro lado, es necesario elaborar y difundir esos principios, valores
y fundamentos conceptuales superiores, los principales de ellos, en
formas muy simples y sintéticas, para que estén al alcance de la
comprensión de las personas que en la civilización moderna han sido
dejadas en niveles culturales y cognitivos inferiores.
La
elaboración sintética y sencilla de los principios, los valores y
las ideas de la nueva civilización es tarea intelectual delicada y
difícil, pues deben ser formulados de manera que no se pierda en
ellos lo esencial de la elaboración superior, y se mantenga la
coherencia con sus racionalidades plenamente desplegadas. Es porque
han comprendido la necesidad de dicha coherencia que a menudo son los
mismos grandes intelectuales quienes formulan en formas sencillas los
contenidos esenciales de sus elaboraciones complejas.
La
elaboración compleja, comprensiva y universal, desarrollada por
grandes intelectuales, hace posible que esas ideas y conocimientos
trasciendan el tiempo, que se proyecten en los periodos largos de la
historia de la civilización, y que sus contenidos se desplieguen en
todos los ámbitos y especializaciones del saber. En esas
elaboraciones superiores podrán nutrirse y encontrar siempre nuevos
elementos, varias generaciones de intelectuales, científicos,
pensadores y personas de alta cultura, que son las que irán marcando
en cada fase las direcciones de los procesos históricos en el largo
plazo. Pocas pero grandes obras de alto contenido teórico pueden ser
suficientes para que se cumpla este objetivo.
La exposición simple y sintética de lo esencial permite que las ideas centrales lleguen y sean comprendidas y acogidas por las personas sencillas, y que el contenido del proyecto civilizatorio, sus principios, valores y conceptos, convertidos en ‘ideas fuerza’, en sentencias de sabiduría, en versos y dibujos, en cartillas y manuales, en videos y presentaciones multimedia, se difundan fácil y ampliamente entre las multitudes. El objetivo a lograr es que los fundamentos intelectuales de la nueva civilización lleguen a convertirse en ‘sentido común’, en sabiduría popular asimilada, lo cual es resultado de procesos persistentes y multifacéticos de comunicación, difusión y formación.
Y como tercer componente, es indispensable que entre los intelectuales, pensadores y científicos de alta cultura que elaboran el pensamiento en sus máximos niveles de complejidad y universalidad, y las multitudes que son movidas por las ‘ideas fuerza’, se establezca un nexo que los mantenga enlazados, para que no se pierda la dirección general del proceso, y para que el conocimiento avanzado se difunda progresivamente hacia toda la sociedad.
Ese nexo lo establecen los organizadores, los educadores y los dirigentes intermedios. Son los profesores, periodistas, comentaristas, opinólogos y otras personas que, formados en el conocimiento de las complejas elaboraciones de los grandes intelectuales, han de estar también en contacto con las multitudes a quienes les trasmiten las ‘ideas fuerza’ y les traducen a lenguajes más sencillos los contenidos de las elaboraciones cultas. Y en sentido inverso, ellos recogen las aspiraciones, los problemas y los sentires de las multitudes, y las transmiten a los grandes intelectuales para que éstos los procesen con rigor intelectual y los universalicen.
Luis Razeto
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